Grupo de Investigación UCM (ref. 971672) sobre Psicología del Testimonio.
Facultad de Psicología, Universidad Complutense de Madrid (España).
Investigador principal: Antonio L. Manzanero.



Descripción de sospechosos

Extracto de: Manzanero, A.L. (2010). Memoria de Testigos. Obtención y valoración de la pprueba testifical. Madrid: Pirámide.
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Roberto E. permaneció en prisión durante tres años acusado de violación hasta que el Tribunal Supremo lo absolvió en mayo de 2006. Pruebas de ADN practicadas sobre rastros de sangre y semen demostraron su inocencia. La única prueba contra él fue la declaración de la víctima, que lo identificó en una rueda de reconocimiento “sin ningún género de dudas”. La víctima fue agredida el 19 de agosto de 2003 cuando llegaba a casa del trabajo, sobre la una de la madrugada. Entonces un hombre le preguntó por una dirección y ella se lo indicó mientras seguía caminando. El agresor se despidió pero, acto seguido, la cogió por detrás y le rodeó el cuello hasta que perdió el conocimiento. Cuando lo recuperó, estaba al lado de un pequeño muro, donde fue violada mientras el agresor amenazaba con matarla. La víctima identificó a Roberto primero en un álbum fotográfico de la policía (había sido detenido como sospechoso de dos delitos meses antes, aunque nunca fue juzgado), lo señaló de nuevo en la rueda de reconocimiento y también el día del juicio. Sin embargo, su aspecto físico no se correspondía con la descripción que había facilitado la víctima de su agresor. En su denuncia manifestó que era “una persona joven de 20 a 25 años, de raza magrebí, pelo corto negro, frente estrecha sin entradas, ojos saltones y 1,75 cm de estatura”. Después, ante el juez de instrucción afirmó que “no se había fijado mucho en la persona e insistió en que el agresor era de origen magrebí”. Roberto, que entonces tenía 21 años, mide 1,63 cm y es ecuatoriano.

¿Qué papel juega la descripción en la identificación de una persona? ¿Intervienen los mismos factores en la descripción que en la identificación? Para poder proceder a la identificación de una persona, habitualmente se requiere de los testigos primero una descripción del agresor y después su identificación en fotografía y/o en una rueda de reconocimiento. La descripción es una tarea de recuerdo basada en la recuperación de los detalles que el testigo recuerda de la persona implicada en el suceso. El reconocimiento, como vimos en el capítulo seis, es un proceso de decisión sobre la implicación de una persona en el hecho en cuestión, que puede llevarse a cabo mediante dos procesos diferentes: a) por valoración de la familiaridad y b) por identificación como resultado de recuperación (ver capítulo 3). El primero de ellos es un camino directo cercano al “me suena” (y hay muchos factores que pueden facilitar que una persona nos “suene”), mientras que la identificación es indirecta y requiere de un proceso elaborado más cercano a la solución de problemas, que implica la recuperación de la información de la persona evaluada como vista en un lugar y momento concreto.

Debido a que las descripciones verbales, generalmente, no contienen la cantidad y calidad de información suficiente para poder decidir de manera fiable si el sospechoso es el verdadero culpable o no, es necesario proceder a la identificación en rueda de reconocimiento, para ver si el testigo puede reducir en alguna medida la incertidumbre existente sobre la identidad del culpable. Si la descripción fuera lo suficientemente precisa, hasta el punto de reducir la incertidumbre prácticamente a cero (aquellos casos en que el testigo conoce de antes al autor de los hechos), la rueda no sería necesaria, ya que no es esperable que se pueda reducir más la incertidumbre existente (Wells, Seelau, Rydell y Luus, 1994). Sporer (1992) tras analizar 139 descripciones de delincuentes realizadas por 100 testigos llegó a la conclusión de que una de cada cuatro referencias a la altura, edad o peso aportaban datos promedio de la población y sólo un 30% contenían referencias a rasgos faciales.

Kuehn (1974) afirma, a partir del estudio de 100 casos reales, que el tipo de información que frecuentemente aparece en las descripciones hace referencia a: sexo, edad, altura, constitución, raza, peso, tez y color del pelo; mientras que Lindsay, Martin y Weber (1994) afirman que se suele mencionar la vestimenta, color del pelo y altura. En el estudio sobre casos reales realizado por Diges, Manzanero, Gentil y Pérez-Mata (1994) en España, se observó que en las descripciones realizadas por víctimas y testigos aparecía información sobre el pelo, la edad, la estatura, la vestimenta, la complexión, los rasgos faciales, la raza y el acento.  Entre toda la información, quizá la que más llamó la atención fue la referente a la estatura de los sospechosos que aparecía en el 82.61% de las descripciones, pero de forma diferente: el 10.52% de los testigos utilizaron un nominativo (“media” o “baja”), el 7.89% establecieron rangos de estatura (“1.75-1.89”) y el 81.57% proporcionaron un número concreto (“1.67”), probablemente fruto del tipo de pregunta realizada por los investigadores durante la descripción.

Figura. Rasgos y porcentaje de aparición en las descripciones realizadas por víctimas y testigos de casos reales (Diges, Manzanero, Gentil y Pérez-Mata, 1994)

No obstante, una cosa es el tipo de información que aportan los testigos y otra su exactitud. Al respecto, Van Koppen y Lochun (1997) analizaron la exactitud de las descripciones comparando las dadas por los testigos con las que aparecían en las bases de datos de la policía de Holanda.  Los resultados mostraban que la mayoría de los rasgos más relevantes aportados por los testigos eran erróneos: solo un 36% aportaron información correcta sobre el color de los ojos, un 35% sobre la nariz, un 39% sobre la boca y un 38% sobre la barbilla. Por otro lado, la correlación entre exactitud y completitud de las descripciones es negativa. Esto es, cuanto más completas son las descripciones menos exactas son.

Meissner, Sporer y Schooler (2007) señalan algunas de las variables que más influyen en la exactitud de las descripciones: la oportunidad para ver al autor del delito, el estrés o ansiedad del testigo, abuso de alcohol y drogas, sexo, edad, formato de recuperación, uso de listados de rasgos, descripciones aportadas en grupo, reiteración en la obtención de las descripciones y ayudas al recuerdo. Los efectos de estos factores van en la dirección señalada en los capítulos anteriores. A parte de esto, destacan los efectos negativos del uso de los listados de rasgos como forma de obtener descripciones más completas, dado que podrían inducir a los testigos a aportar información falsa, en la línea de los efectos de la información post-suceso (Wogalter, 1991, 1996). De igual modo, tampoco parece aconsejable la reiteración en la petición de descripciones dado que podrían dar lugar a más información errónea según se insiste en la petición. Respecto al uso de la entrevista cognitiva (ver el capítulo 2) como ayuda para obtener las descripciones, una revisión de 42 estudios (Koehnken, Milne, Memon y Bull, 1999) muestra que incrementaría la cantidad de detalles correctos pero también la de detalles incorrectos.