Elizabeth Loftus. Tú puedes entrar en Wikipedia y cambiar o corregir un artículo, pero otras personas también pueden hacerlo. Con los recuerdos pasa lo mismo: nuestra memoria es maleable. No funciona como una videocámara que graba lo que sucede para reproducirlo más tarde. Cuando recordamos, cogemos pedazos de nuestra experiencia y construimos lo que sentimos, que es nuestro recuerdo.
XL. Usted asegura que nuestros recuerdos pueden estar contaminados. ¿Cómo llegó a esta conclusión?
E.L. En los setenta empecé a estudiar la memoria de los testigos de crímenes y accidentes. Les mostraba situaciones simuladas y les preguntaba. Nos dimos cuenta de que era fácil modificar sus recuerdos.
XL. ¿Qué tipo de recuerdos?
E.L. Por ejemplo, era relativamente fácil hacerles creer que donde ellos pensaban que había una señal de stop, en realidad había un ceda el paso. O que la persona que huía de la escena de un crimen tenía el pelo rizado en vez de liso. Bastaba con hacerles sugerencias, preguntas capciosas o utilizar el testimonio de otros testigos. Es lo que llamamos el 'efecto de la desinformación'.
XL. ¿Los recuerdos falsos se construyen siempre a partir de sugestiones externas?
E.L. Es lo habitual, pero no siempre es así. Nuestros propios pensamientos pueden actuar como una fuente de desinformación. Podemos distorsionar nuestros recuerdos tratando de entender lo que ha sucedido o imaginando lo que podría haber pasado.
XL. ¿Y hay alguna forma de distinguir entre recuerdos falsos y verdaderos?
E.L. Lo hemos intentado, pero sin resultados concluyentes. La emotividad vinculada a los recuerdos falsos y a los verdaderos es similar, y la persistencia en el tiempo también. Incluso hemos utilizado técnicas de neuroimagen para comprobar si las señales neuronales difieren, pero no hallamos diferencias.
XL. ¿Hay personas más susceptibles que otras a construir recuerdos falsos?
E.L. Sí, pero solo ligeramente. Los que obtienen mejores resultados en los test de inteligencia son un poco menos susceptibles a la contaminación. Pero todos estamos expuestos a que nuestras autobiografías estén contaminadas.
XL. ¿Y qué hay de la biografía colectiva, la historia? ¿También puede ser contaminada?
E.L. Claro, los recuerdos falsos colectivos también existen. Piensa en las protestas de Tiananmén en 1989. Entonces hubo una campaña gubernamental en China para cambiar la percepción social de lo que estaba pasando. Y logró su objetivo: cambió los recuerdos sobre quiénes eran las víctimas y quiénes los agresores. Los gobiernos pueden hacer eso.
La defensa llama a declarar a ... En 1973, Loftus declaró en su primer juicio como experta en la memoria para cuestionar el testimonio de unos testigos presenciales. El acusado fue absuelto. Empezaron a llamarla abogados de todo el país. Era lo que buscaban. Loftus podía cuestionar el testimonio de los testigos sin atacarlos a ellos personalmente. Lo hacía 'científicamente' y creaba dudas en el jurado. Ha testificado en más de 250 juicios; entre ellos, el de Ted Bundy, O. J. Simpson (en la foto), Rodney King, Oliver North...
XL. Uno de sus experimentos demuestra lo apegados que estamos a nuestros recuerdos. ¿Por qué son tan importantes para nosotros?
E.L. Porque nos proporcionan un sentido de la identidad. No podríamos funcionar sin ellos. Y la idea de que puede haber mucha ficción en nuestros recuerdos incomoda a mucha gente. Las personas no quieren renunciar a sus recuerdos, ni siquiera a los dolorosos.
XL. Pero, al mismo tiempo, no podemos confiar plenamente en ellos…
E.L. No pasa nada por confiar en nuestros recuerdos. La precisión no importa mientras funcionas con normalidad, pero hay veces en las que un recuerdo muy concreto tiene mucha importancia. Por ejemplo, si de él depende saber qué persona cometió un robo o si estás acusando a alguien de algo.
«No creo que la mente pueda borrar sucesos traumáticos durante décadas. Llevan 80 años queriendo demostrarlo, sin éxito»
XL. Usted denuncia que, en los Estados Unidos, cientos de inocentes han sido encarcelados. Y todo porque fueron erróneamente identificados por los testigos.
E.L. Está claro que no podemos prescindir de los testigos oculares porque a veces son muy útiles. Pero ha que mejorar los procedimientos. Las fuerzas policiales deben tener mucho cuidado de no comunicar información a los testigos. Por ejemplo, contándole a un testigo lo que otro ha dicho.
XL. Uno de sus experimentos más famosos es el llamado 'perdido en el centro comercial'. ¿Puede explicarlo?
E.L. Durante años vi en los juzgados cómo algunas personas desarrollaban recuerdos falsos muy intensos, como haber sido víctimas de violaciones mucho tiempo o de rituales satánicos. Pero no había ninguna evidencia física ni de otro tipo, como hubiera sido lógico ante la brutalidad de las historias que contaban. Quería estudiar ese tipo de recuerdos y buscamos uno análogo, uno que fuera ligeramente traumático, por ejemplo, haberse perdido en un centro comercial a los cinco años.
XL. Y se propusieron implantar ese recuerdo en alguien. ¿Cómo?
E.L. Pedíamos la colaboración de las familias. Por ejemplo, la madre del sujeto que se sometía al experimento nos daba información de experiencias reales que sí sucedieron durante su infancia y después le presentábamos esos recuerdos junto al recuerdo falso como si todo fuera verdad. Encontramos que uno de cada cuatro desarrollaba un recuerdo total o parcial del evento. Algunos críticos nos acusaron de haber usado un escenario demasiado común. Pero, desde entonces, hemos conseguido implantar recuerdos falsos sobre ataques de animales salvajes o experiencias en las que el sujeto estuvo a punto de ahogarse. Es posible hacerlo.
«Se puede combatir la obesidad infantil alterando la memoria. ¿Es mentir? Bueno, ¡la gente miente constantemente!»
XL. Usted responsabiliza a algunos tipos de psicoterapia (las retrospectivas, como la hipnosis) de la creación de esa clase de recuerdos. ¿Por qué?
E.L. Imagina que una mujer llega a la consulta con un desorden alimentario y está un poco deprimida. Y el psicoterapeuta le sugiere: «Muchas personas que tienen esos síntomas fueron víctimas de abusos en su infancia. Me pregunto si algo así te ocurrió a ti…». La paciente dice que eso no le sucedió y el terapeuta contesta: «A menudo reprimimos los recuerdos de experiencias dolorosas. ¿Por qué no probamos un poco de hipnosis, suero de la verdad... que te ayuden a recordar el trauma?». Tarde o temprano, muchos de estos pacientes desarrollarán imágenes de cosas que creen que son sus recuerdos.
XL. Sostiene que no es posible que la mente borre sucesos altamente traumáticos durante mucho tiempo.
E.L. Es que no hay ninguna prueba científica que respalde esa teoría. Al menos, de momento. Llevan 80 años intentando demostrarlo, pero aún no lo han conseguido.
XL. Es una opinión polémica que le ha granjeado muchísimos enemigos…
E.L. Sí y ha sido muy desagradable. Los ataques furibundos empezaron en los noventa cuando publiqué un libro titulado El mito de la memoria reprimida. Me amenazaron de muerte, tuve que llevar guardaespaldas, soporté un proceso judicial larguísimo cuando una mujer me demandó… No ha sido agradable, pero me siento recompensada porque ha habido un cambio de actitud.
XL. ¿Cree que esos ataques que ha sufrido son la reacción de un gremio que ve amenazado su negocio?
E.L. Bueno, hay quien, como el profesor Richard Ofshe, ha llegado a decir: «Si puedes convertir un paciente con un desorden alimentario de 200 dólares en un paciente con personalidad múltiple de 200.000, ahí tienes tu motivación». Pero yo creo que muchos psicoterapeutas realmente creían en lo que estaban haciendo. Y algunos lo siguen creyendo.
«En el caso de la hija de Woody Allen hay razones para cuestionar que los abusos se produjeran»
XL. Me viene a la cabeza el caso de Woody Allen y las acusaciones de abusos sexuales de su hija, Dylan Farrow, cuando ella tenía seis años. ¿Qué opinión le merece el caso?
E.L. Creo que hubo una gran cantidad de sugestión en el ambiente de esa niña y una guerra muy violenta entre sus padres. Y hay razones muy serias para cuestionar que esos abusos realmente ocurrieran.
XL. No todos los recuerdos falsos son negativos. Según su investigación, pueden utilizarse para combatir problemas como la obesidad. ¿Cómo?
E.L. Hace años conseguimos implantar en un sujeto recuerdos falsos relacionados con la comida: por ejemplo, se puso enfermo tras haber tomado un helado de fresa. Tras ello, el hombre no tenía tantas ganas de consumir ese producto. También lo hicimos con el vodka... y funcionó. Y luego hicimos lo contrario: implantamos un recuerdo falso agradable relacionado con algo sano, como los espárragos, y la gente quería comerlos más. Pensé que se podría hacer un buen uso de ello.
XL. Pero esa también es una idea muy controvertida…
E.L. Sí, cuando lo sugerí causó mucha indignación. «¿Está animando a los padres a que mientan a sus hijos?». Quizá un terapeuta tendrá reparos éticos, pero ¿por qué tendría eso que detener al padre de un adolescente obeso? Además, ¡la gente miente constantemente! Solo que, a veces, las mentiras pueden tener un buen propósito.
Cuatro formas de manipular tu memoria
¿'Un' faro o 'el' faro?
Un simple artículo puede cambiar tus recuerdos. Loftus lo descubrió con un experimento. Sometió a un grupo de sujetos a la visión de un accidente. Si el investigador les preguntaba si había «un faro roto», los testigos negaban haberlo visto. Sin embargo, si se les preguntaba por «el faro roto» confirmaban su existencia. En realidad, no había ningún faro roto en la simulación.